En el contexto del movimiento estudiantil de 1968, miembros de la comunidad de la entonces Escuela Nacional de Arquitectura levantaron sus voces para “lograr un nuevo profesional de la arquitectura, acorde a los problemas sociales”, como el fenómeno de los asentamientos irregulares en las periferias urbanas, que rebasó la capacidad de las instituciones gubernamentales de manera contundente en la década de los setenta. En 1972, con el surgimiento del Autogobierno de Arquitectura, un nuevo aire sacudió la enseñanza, al tener como principal objetivo el generar conocimientos dirigidos a entender la realidad nacional, por medio de la práctica de los estudiantes y profesores con comunidades reales, en colonias populares y zonas rurales.
“¿Cómo un estudiante puede diseñar una vivienda de interés social cuando no conoce este tipo de arquitectura? No se puede proyectar sin estar con la comunidad”, fue el argumento de los maestros que iniciaron el Autogobierno, quienes también han sido fundadores de asociaciones civiles y cooperativas, cuyo principio fundamental es trabajar la parte social y arquitectónica con la gente desde el inicio, además de incidir el diseño de políticas a escala estatal, federal e incluso internacional.