Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en 1994, los capitales internacionales tenían grandes expectativas de negocios inmobiliarios en Santa Fe y el Paseo de la Reforma, que se vieron truncados por el “error de diciembre”. Tras la recuperación económica, en 1998 el gobierno del Distrito Federal aprobó la construcción de la Torre Mayor, un rascacielos de inversión extranjera que detonó el regreso de la inversión privada al Paseo de la Reforma. Para atraer más inversiones globales, en 2001 el gobierno del Distrito Federal inició la rehabilitación del Corredor Turístico y Cultural Paseo de la Reforma-Centro Histórico, desde la Fuente de Petróleos hasta Bucareli y la avenida Juárez; el proyecto fue realizado en la Coordinación de Vinculación de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.
A partir de entonces, en el Paseo de la Reforma se han construido más de 15 rascacielos que van de 41 a 60 niveles, principalmente de oficinas corporativas. En lo que se refiere al uso privado de los inmuebles, el corredor tiene un carácter trasnacional y cosmopolita. Como espacio público, sigue siendo un lugar de la protesta social y política, así como un escenario de la recreación popular. Este proceso de modernización ha dejado un “daño colateral”: la casi total destrucción de los inmuebles de fines del siglo XIX e inicios del XX.