Con la creación de nuevas colonias también surgieron nuevos equipamientos como las iglesias (en su mayoría católicas). En la década de los setenta, arquitectos como Alberto González Pozo y Juan Antonio Tonda siguieron recurriendo a los cascarones de concreto armado —que tuvieron gran auge en las dos décadas anteriores— para construir las parroquias de colonias de clase alta, media y popular. Algunas tardaron años en ser concluidas, en lo que se recaudaban los recursos aportados por los fieles para su construcción. Otros arquitectos como Enrique y Agustín Landa emplearon prefabricados. Por su parte, Carlos Mijares realizó verdaderas obras de orfebrería con un material ancestral: el tabique. En general, en la construcción de los templos se utilizaron materiales de calidad y sistemas constructivos modernos.
Mención aparte merece la Nueva Basílica de Guadalupe, erigida para acoger a la gran cantidad de fieles que entraban al templo novohispano, que ya estaba en riesgo de colapsar debido a los hundimientos diferenciales del subsuelo y se enfrentaba a la creciente oleada de peregrinos provenientes de todo el país.
Parroquia del Divino Niño Jesús
Parroquia Santa María de la Anunciación Enrique