Las excavaciones arqueológicas para develar el Templo Mayor, iniciadas en 1978, detonaron las primeras acciones para la conservación del Centro Histórico de la Ciudad de México, abandonado desde finales de los años cincuenta del siglo XX. En 1980, se emitió la declaratoria federal que lo delimitó. De esta forma, el sitio quedó sujeto a un marco regulatorio, enfocado a la conservación de los elementos arquitectónicos y urbanos considerados de valor patrimonial, aunque sobrepuesto a la actividad social y la normativa urbana del sitio.
El 11 de diciembre de 1987, el Centro Histórico de la Ciudad de México quedó inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad, en conjunto con Xochimilco, pero fue hasta 1990, con la creación del Fideicomiso Centro Histórico de la Ciudad de México, que se impulsó su revitalización sostenida. Entre los proyectos para su revitalización destaca la recuperación de los edificios del patrimonio de la UNAM, que han atraído estudiantes, académicos e investigadores y abierto una amplia oferta cultural.
Restauración de los anexos de la Calle de la Perpetua, Antiguo Palacio de Medicina